domingo, 21 de abril de 2013

Gracias a todos ustedes y, especialmente a mis alumnos y a los integrantes de APLIJ, a los lectores de mi mundo imaginario, nuevamente pongo en marcha esta pizarra.
...y vino la libertad con sus pendones
y vino el pueblo con sus cantos de guerra.
Y agitaron al aire su sangre fusilada.
Desde entonces los pobres ya tienen su bandera.
                      Luis Nieto

Y este blog será para todos ustedes su bandera

martes, 27 de octubre de 2009

trabajos literarios

Un saludo. Envío una parte del trabajo literario que se publicará pronto. Gracias


Así de cruda y guerrillera me lo dijo. La sangre entretenida en mis codos se sonrojó avergonzada entre mis glóbulos blancos. Estos leucocitos escucharon atónitos: que no sabía abrazar tiernamente a una mujer descalza de amor; que era no tierno, sino duro y más duro cuando entraba ella por esa puerta abierta como sus piernas; que no era amoroso con ella, ni con su cabello, menos con su naricita empapada de respiración diafragmática.

Me quedé callado como mis flacos huesos blancos de sudores ansiosos. Me quedaba en silencio masticando una debilidad de hombre atormentado como buscando refugio en la impotencia de mis viejos años canosos. Guardé silencio; es lo que tenía que hacer. Sólo eso: silencio.

La conocí con su caminar enmudecido según ella de amores y aventuras. Su frágil cuerpo de gacela moza me llenaba los ojos con sueños llenos de sabores variopintos. Me gustaba su cintura porque serviría para envolverla en experiencias desconocidas. Su lenguaje, oh, su lenguaje no manchaba ninguna ch con sonidos guturales. Todo eso la llenaba de ternura.

Pero él te llevaba de tus manitas- le dije. Eso no es infidelidad- me contestó rápidamente. Si eso no es infidelidad, entonces, qué es- me dije. Estaba llena de rabia mi garganta. No recuerdo si ya la besaba o la amaba, pero me dijo que no era infidelidad.

Algunas veces la acompañaba a su casa y cuando le invitaba un caramelo lo recibía como no queriendo recibirlo. No quería perder su señorío de niña recatada, pero lo recibió tratando que me diera cuenta que no quería recibirlo. ¿Es desconfianza? ¿Es educación? ¿Qué es?

Si es desconfianza, debo cuidarme para tener sutileza cuando le invite un chocolate o un cafecito negro calientito. Si es desconfianza entonces debo alejarme sin ton ni son como canción despechada. Si los pájaros golpean sus alas en el suelo para poder volar y llegar hasta su alimento y alegría ¿por qué esa desconfianza no puede servirle para dejarse amar?

Su vestir, su caminar, cuando comía o cuando saludaba dejaba un aroma de señorita culta y más cuando al despedirse, extendía su brazo para dar su mano delicada en una despedida de donaire que daba ganas de querer despedirse de ella a cada momento. Era una despedida que motivaba a buscarla sólo para despedirse de ella una y otra vez.

Ahora me decía que yo no era tierno, que no sabía abrazarla en ese mundo de amores y miradas cariñosas. Yo que tantos veces me bañaba en un mar muchas veces turbulento hasta ver sus pestañas agitándose en el torbellino de la lujuria y el placer. Que temía arrinconarla en mis vértices más silenciosos de mi geometría sexual. A mí me dijo eso. Que no era tierno. Es decir, un fierro frío y mohoso para que me comiese un mascafierro hambriento de braxomanía. No debería aceptar tremenda barbaridad. Ha fallado en su medida y en su desprecio. Pero recuerda que te devolvió tu Makarenko y tu foto. No olvides. Recuerda que te dijo que cuando los devolviera, todo habría terminado. ¡Qué tonto eres mi pequeño cuerpo viejo!

Ven pronto, me dijo un día. Estoy en el puente Maravillas. No demores, porque si lo haces, olvídate de mí. Y corrí. Yo estaba ocupado en mis labores cotidianas, pero corrí con las ruedas de los autos y las combis, pero corrí sudoroso. Recuerdo que me dijo también: si llegas tarde, nunca me verás. Se encontraba en el puente Maravillas. Era tiempo de lluvias. El río estaba cargado de palizada y de piedras y de tierra mojada del vigor de dos cuerpos que se mueven descompasados. Nunca me verás o nunca me verán. ¡Dios..! El río. La palizada. El río hambriento. La combi que no se apresura. Su cuerpo delgadito llenándose desesperado de agua negra. Y sus ojos mirando el infinito lleno de nubes que descarga agua de muerte y desolación. Apure, señor chofer. ¡Por qué no agarró un taxi?, me escupió en mi rostro ansioso.

Llegamos al puente. Ella debería estar en la otra orilla, o peleando con las aguas agitadas de su vida y de la muerte. Me bajé. Estiré mi mirada, pero no había nadie, salvo un perrito, que con su cabeza gacha, y con sus pasos cortos, cruzaba sobre el puente, el río mágico de Juliaca. Era cierto, el río corría cargando palizadas, piedras y semen en todo su cuerpo ancho y agigantado. Era un paisaje lúgubre. Hacía frío, y las nubes negras escondían un manto de llanto y soledad. Se hizo una eternidad. Parecía un puente como el de San Francisco, largo y bullicioso…interminable.

¿Y ella? ¿Dónde está ella? La busqué ansioso. Sólo una parejita de enamorados apretándose como pollitos se daba calor con sus cuerpos sofocantes. ¿Y ella? Nada de nada. La lluvia mermaba. A lo lejos aparecía una claridad silenciosa, pero mi cuerpo estaba agitado como las aguas del Maravillas. ¿Y ella? ¿Y su cuerpo flaquito? ¡Nunca me verás o nunca me verán!

¡Es que mi mamá no me comprende! ¡Es que mis hermanos no me quieren! Eso, nadie me comprende ni me quieren… ni tú tampoco. Pero, yo, por qué… Recién la he conocido, y ya tengo culpa, pero qué malo soy. Recién la conozco y ya he comenzado a martizarla. La lluvia comienza a pasear por el patio de la vida, y dicen ya que el paisaje es tétrico, que ensucia las aguas de los mares con sus aguas negras, que se llevan los cuerpos enmudecidos de los suicidas silenciosos, pero no dicen que gracias a las lluvias los ríos cantarán canciones de vida y esperanza y que habrá alimentos para los cuerpos famélicos y no hablarán de la carita alegre de los niños cuando hacen navegar sus barcos de papel por esas aguas de amor y de ternura. ¡Es que nadie me entiende ni me comprende! Y arrojó con furia una piedra a las aguas del Maravillas que pasaba entonando una canción de fe y alegría. No olvidemos que el cuerpo de la niña no entendida ni comprendida era delgadito como una rama de eucalipto.

Oh, mujer, cómo hacer para que Aristóteles te enseñe la emoción adecuada, el que sepas sentir que las circunstancias no son iguales, no son las mismas, sino que debes manejarlas en forma proporcionada, mujer. Debes controlar tus emociones para que no te aburras ni para que te depriman. Consigue tu bienestar emocional y estarás estable. Recuerda que el sufrimiento templa tu carácter. Que los momentos de ánimos caídos dan olor y sabor a la vida, pero para eso debes decirte que eres tú y que te quieres. Dirás, como siempre, que son palabras… Quiero que los sentimientos tormentosos no hagan un nido de odio en tu corazón. Ah, y pregúntale a Platón por qué el autodominio es más poderoso que los esclavos de pasión que menciona Shakespeare en Hamlet, tu libro preferido, mujer. No es necesario que seas inteligente. Vive con el corazón en la mano para recibir la dicha que anhelas, mujer.

Es que nadie me entiende, te he dicho. El Maravillas volteó, guardo silencio, y siguió su camino aguas abajo. Nadie se baña dos veces en las mismas aguas de un río, dijo Heráclito hace mucho tiempo.

Es una de esas mujeres que adoran que sus hijos estén bien peinaditos. Que les gustan que les digan que sus hijos son bonitos y bien educados. Por eso viven y se desvelan para que la gente los califiquen con adjetivos de bondadosos, aseados y con buenos modales. ¡Ay! del hermano o del papá que deje sus herramientas en el lugar que no corresponda. ¡Ay! de aquél que se chupe los dedos delante de otras personas. ¡Ay! del que no cumpla a la hora lo prometido. Simplemente, se irritan hasta las uñas acarameladas. Si te dicen que se debe hacer así, sólo así se hace. Sueñan con lo exacto, pero no saben exactamente hacer lo exacto. Les gusta comer sabrosos alimentos caros, pero pregúntales si quieren lavar dos platos. Quieren vivir en plenitud, pero no ayudan plenamente a que las ayuden a vivir a plenitud. Quieren todo, pero no dan nada, y dicen, seriamente, que dan todo. Y si alguna vez dan, cobran el doble y agregan el castigo como yapa. Si te libras de ellas alguna vez habrás salido del circuito de la ganancia y de la pérdida para ingresar al extraño campo de la dicha y el amor.

Tienen miedo de todo y a todo. Todas las miran sin ser miradas. No quieren que nadie sepa que aman o que son amadas. Son todo o nadie los dioses que dirigen sus mundos. Nadie las comprende. Todos las odian. Son las incólumes, las impólutas. Se ponen a la orilla del abismo y si las arrojas dicen que tú eres malo, y si no las arrojas, dicen que eres definitivamente malo.

Oh, Heidegger, dijiste Nada es; ni Dios te importó. Ahora esta mujer es su absoluto, es el Ella. Nadie más. Sólo su existencia. ¿Y los demás? ¿Y las circunstancias de los demás? Por vivir para Ella, se preocupa. No le interesa que vivas mañana. Si mueres ahora, a Ella no le interesa, porque es su ahora y de nadie más. Tu muerte no la deja vivir su momento que es de Ella y de nadie. Mejor hubiera muerto mañana, gritaría. Ella no tiene miedo al miedo, pero sí se angustia de la angustia. Y si la angustia es nada, te dirá: que es todo sin ser nada y, por lo tanto, la nada es nada, sólo palabras. Cuando termines de decirle esto, corre violentamente para el mañana, porque no te buscará, amigo. Así es ella. Silencio por ahora. Nos conviene. Que ame a Unamuno. Que sea amiga íntima con la Tía Tula. Alabadas sean las dos en sus angustias.

La llamaremos: CHE. Así es. Esta errante CHE, dice que nadie la comprende, que nadie la ama. Puede tener razón. Le pregunté a Pascal, y me dijo que estas mujeres se apasionan, aman, odian, sueñan para sí y, algunas veces, se quieren volver mosqueteras. Todas para una, y una para todas. Éste es el dilema de mi querida CHE. Un día compró un gatito y una perrita. La perrita blanquita un día desapareció. Pobre perrita. Era una perra muy mala. Ingrata conmigo que le di de comer y que me ensucié las uñas con el champú de perros. Si no le dijo puta fue porque el animal ya no estaba en casa. Se sintió abandonada. Sola. Ella, que había dado su entrega y ofrenda a la malvada perrita; se sentía abandonada y sola. Qué ingratitud. Mejor que se muera antes que venga preñada. La mato. La mato, gritaba en sus momentos de razón. Hablaba con el gatito negrito. Le decía que él no era malo ni ingrato. El pobre gato se engordó demasiado, y caminaba lentamente en el dormitorio de su ama y madre a la vez. Tú sí eres mi hijito querido- le decía. Dormía con el gato; comía con el gato, y, el gato era el amor de sus amores. Qué nadie lo vea. Que nadie lo abrace. Es mi gatito querido. Sólo mío. No iba a fiestas por su gato. Salía de sus estudios o de su trabajo, y corría a ver al gordo gatito gruñón. Ante Dios ella estaba salva. Estaba feliz de haber hecho feliz al gato gordo y gruñón. Por él, ella seguía viva. Entregó su corazón al animalito de Dios. Era el animalito de Dios todopoderoso. Había cumplido con Dios. Pero uno de esos días de invierno juliaqueño, cuando las mujeres de negocio y del campo se ponían una manta sobre las espaldas para cubrirse del álgido invierno, encontró en la puerta de su casa a la perrita que ya no estaba blanquita, sino llena de polvo, mierda y frío. La pobre temblaba todo su esqueleto, pero le movió la cola a su dueña atónita. ¡Zafa! Le dijo la dura dueña. La perrita movió más violentamente la cola para decirle que la amaba La dueña miró con asco y dureza, lista para darle una patada con sus zapatos puntiagudos en el trasero de la pobre perra amorosa. Era la perra mala, malvada, ingrata a la que la miraba Miró el trasero al animal, y gritó: ¡está virgen! Gracias, dios mío. Sacó la llave de su cartera. Abrió la puerta, y la primera que ingresó fue la perrita. Ahora dormían en esa cama un gato gordo y gruñón, una perrita blanquita en huesos y en carne flaca, junto a su dueña delgadita como rama de eucalipto. La entrada de esa perrita flaquita le llenó los pómulos de fe y alegría. La sangre bulliciosa le recordó que era hembra y sus senos comenzaron a palpitar con más fuerza. Tenía fe en la vida: la perra no era una puta.

Se sentía comprendida. Su vida vuelve a comenzar. Con el amor a sí misma, prepara su maletín, protege a sus animalitos en casa de una amiga, y, en pleno invierno juliaqueño, se embarca para Arequipa, la Ciudad Blanca. Engañó a su madre y hermanos. Dijo que iba a un curso de estudios, pero iba con su amor de hembra alegre y bulliciosa. Se sentía feliz. Entre sus rodillas sentía el amor penetrante. No quería desperdiciarlo. Gozarlo, eso quería. Se fugaba de la bestialidad cotidiana de la ganancia y de la pérdida, de la oferta y la demanda. Alguien la comprendía, porque había sabido comprender. Quería olvidarse de su falta de apetito, de que nadie la había comprendido, ni entendido, eso quería.

Rápidamente llegó a Arequipa. Qué blanca que es. Y qué grande que es. Conoceré su grande Plaza de Armas. Iré a las iglesias y pediré a Dios que me envuelva con el manto de la fe y la esperanza. Comeré su delicioso adobo rojo y humeante. Ah, su rocoto relleno, pero qué rico que es. Un día, en el aula, escuchó a una amiga que dijo que en Arancota había un restaurante “Doña Cecilia” donde venden ricos potajes arequipeños, acompañados con música también arequipeña, con su ron Nájar y su chichita espumosita. Y allá fue. Pidió un chicharrón, pero no lo terminó. Solicitó una bolsita, y guardó el resto del chicharrón. Fue entonces que recordó que estaba cerca del mar, del Océano Pacífico. Cerca del mar, con el que había soñado muchas veces cuando se cogía suavemente sus delgados muslos redonditos. Oh, qué maravilla. Regresó al bullicioso Terminal terrestre en un taxi. Preguntó y preguntó y, por fin, estaba sentada en el asiento de un bus que decía: Mollendo. Esas son las mujeres que hacen que sean mujeres. Con su maletín, su chicharrón y con su fe con bandera plena de ellas mismas. Se quería, y quería a todo el mundo.

Ahora estaba en un Terminal terrestre pequeño, pero limpio. Sintió la brisa del mar en sus mejillas, y abrigó tiernamente sus hombros. Preguntó y caminó por las calles húmedas del puerto. Sintió en sus narices palpitantes el olor de mariscos, pero siguió caminando muy segura y altiva. Dónde está el muelle- preguntó. Siga usted de frente, y lo encontrará, contestó un hombre grueso y curtido su rostro por el sol y la brisa marina. Llegó al frío malecón que estaba cubierto con una neblina blanquísima y sudorosa, y, por primera vez, sus ojos veían esa masa grandiosa y azulina de agua cantarina. ¡Pero cuán grande eres mi Dios! Quiso correr, pero se quedó paralizada como una estatua anonadada. Los ojos desorbitados. Sus cabellos se movían triunfantes como banderas en buque de guerra. Pero eres esplendoroso, y me cantas para recibirme en tu regazo. Y yo decía que nadie me quería ni me comprendía. Recién me conoces y me abres tus brazos, y me cantas. Dios, ayúdame a comprenderte, o ayúdame a comprenderme. Miró el muelle y la callecita que conduce a la ribera del mar, muy cerca de la piscina, y por ahí, por ese amino se fue a corretear descalza y juguetona en la arena quisquillosa del mar. Estaba ruborizante y fuera de sí, sin gato ni perrita, sin pérdidas ni ganancias, ni le interesaba que no la entendieran. Ahora gozaba el amor de su vida, miraba a las gaviotas que se lanzaban al mar, y ella creía que se suicidaban como alguna vez pensó hacerlo, pero las blancas gaviotas aparecían con un pescado en el pico, alegres y victoriosas. De pronto, por la orilla corrió raudamente una ola y se llevó el maletín y el chicharrón y sus zapatos, pero, ella, oh Dios, saltó y saltó, histérica de alegría con canto de amor, de hembra con esperanza. El amor está en ti, en nadie más. No mendigues amor. Te lo da tu gatito ocioso o tu perrita aventurera. Te lo da el agua cantarina de la lluvia juliaqueña. Tienes el olor de una ramita de eucalipto. Tienes en tu boca el sabor del agua salada cuyo mar se llevó tu chicharrón y tu calzoncito de finos pliegues, pequeña ramita de eucalipto.

lunes, 3 de marzo de 2008

LA PRIMERA TAREA

Algunos párrafos del cuento LA PRIMERA TAREA que pronto verá luz. Espero que sea interesante para los amantes de la literatura. Gracias.
LA PRIMERA TAREA
Era su primera tarea; tenía que cumplirla. Nunca había leído libros de política, pero sus amigos le dijeron que su vida estaba llena de política, de pura política.
Cuando terminó la secundaria, viajó a Lima, a la Gran Lima, para seguir con fuerza sus estudios superiores. Estudió en una Academia Pre-universitaria. Pagó los altos costos, y a sus compañeras, de reojo, miraba los senos palpitantes y frescos, miraba las nalgas juguetonas, y se recreaba con el dejo de las limeñitas mazamorreras muy amigables y hambrientitas. Invitaba jugosos dulces anaranjados y galletas saladitas que su madre desde Puno le enviaba.
- Mi hijo a estudiar a la capital aydo, comadrita.
Orgullosa que estudiara en Lima, y que nunca le faltara nada, porque "como ve, yo contrabandeo".
El día del Examen de Admisión, un sábado caluroso, a Timoteo le temblaron las piernas, le sudaron las manos, y quería correr a la esquina a orinar. A sus costados, derecha izquierda, bien sentadas en sus nalgas, chicas "como para arrastrarlas al cine, así hay que hablar para que te digan que no eres Lorcho, cholo". Las piernas de las chicas, gruesas y quemaditas, mucha playa con arena y sol de verano. "¡Dios qué senos!". Usan brasieres, usan sí, claro, eso...sostetas.
Dos horas pasaron inacabables. De ese examen sólo recuerda ahora, en Puno, con sus amigos y en las cantinas llenas de borrachos, las gruesas piernas redondas y quemaditas llenas de leche como cartuchos repletos de helados con sabor de fresa y de chocolate y de besos con el dinero de su madre la contrabandista orgullosa.
-En el examen...si ya me vaciaba, muchachos.
En definitiva, como la zorra impotente, no le gustó Lima y regresó a su Altiplano, donde sí hay vida, y no como en Lima "que sólo da hambre y arrechura, muchachos, mejor el Altiplano, con frío y con agua de lago, pero en fin, nuestra tierra, muchachos". Regresó.
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Bailando, un día de febrero carnavalesco, Ña Candelaria se olvido de él. Su compañera de baile embarazó, y su madre con la noticia en el oído y en el hígado reventó contra Timoteo.
Buscó amigos cercanos y lejanos. Quería ser contrabandista como su vieja colérica, pero nadie ayudó. Nació su hijo pidiendo leche, y la nueva madre perdió y perdió sangre y sangre, y la madre vieja en sus camiones rellena y rellena de dinero y de cólera los bolsillos.
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viernes, 15 de febrero de 2008

LUIS NIETO DEGREGORI: EN EL COLOQUIO DE LITERATURA EN EL CUSCO

Yo primero quiero agradecer vuestra presencia y decirles que me siento muy honrado de compartir esta mesa con poetas de la talla de don Javier Sologuren y José Ruiz Rosas y también de Jorge Díaz Herrera y el editor Jaime Campodónico.

La ventaja que tengo ahora de intervenir cuarto en la mesa redonda es que muchos de los temas han sido tratados. Yo, aprovechando eso, sólo quisiera recapitular un poco lo anterior para luego tratar dar lo que sería mi parte.

Creo, pues, que estamos hablando en esta mesa redonda, estamos presentando un mal que hay en este país, la escasa difusión que tiene la literatura y que tiene el libro dentro del marco que nos señaló don Javier Sologuren. Yo quiero centrar mi intervención sólo en el género de la narrativa. El habló de los varios que existen y sólo en un medio: el libro, que es el medio de difusión por excelencia de la literatura y lo que hemos visto hasta ahora por las sucesivas intervenciones, que han sido los síntomas de ese mal que se está viviendo en el Perú.

El libro es poco difundido, que no llega al lector, y se han señalado diversos síntomas; yo sólo lo recapitulo.

Se ha hablado de la falta de políticas culturales por parte del gobierno. Se ha hablado de las pocas librerías; de las contadas editoriales; casi nadie se atreve hacer ese esfuerzo. Se ha hablado mucho de la experiencia personal de José Ruiz Rosas, de cómo lo poco que hay está centrado en Lima y aún es mucho más difícil hacerlo de provincias, dicho de otro modo, que no hay canales de distribución de los libros a nivel nacional. Lo que se publica en Lima sólo se vende en Lima, tal vez, llega a una o dos ciudades del Perú y nada más.

Creo que a estos males que se han esbozado se podría añadir muchos más, por ejemplo, señalar que Perú junto con Bolivia y Paraguay es uno de los pocos países sudamericanos que está al margen de los circuitos, de los grandes circuitos editoriales hispanoamericanos. Perú es uno de los pocos lugares donde no hay filiales de las grandes editoriales que publican en español. No tenemos filiales ni de Planeta, ni de Norma, de Alfa Wara, que sí tienen filiales en los demás países de Sudamérica: Colombia, Chile, Ecuador, Argentina, Venezuela... Perú está al margen de esto.

Pero, como les decía, todo esto es el síntoma del mal que estamos esbozando hoy día. Pero, como muy bien lo señalaba don Javier Sologuren, para atacar al mal hay que conocer las causas de este mal. Y es aquí donde yo quiero lanzar algunas hipótesis de repente muy aventuradas para un poco motivar el debate, la conversación, la discusión.

Creo que en las causas de la decreciente difusión del libro, hay una que es de tendencia universal que abarca a todos los países del mundo, que es la competencia de los medios audio visuales de comunicación, básicamente la televisión. Esto ocurre a nivel mundial. A nivel mundial se constata que bajan los índices de lectura, que baja el impacto del libro, de la prensa escrita, y que es la televisión la que reina en los hogares, la que conquista a todos los seres humanos. Esta es una tendencia universal a la que no escapa el Perú.

Pero me parece también que los males en el Perú son más graves que en otros lugares del mundo. Yo lo decía, a nivel sudamericano. El caso del Perú debe ser el más crítico, cuando les hablaba de las consecuencias en Perú de las casas editoras grandes. Entonces, lo que debería buscarse cuáles son esas causas específicas, por qué en Perú se difunde ahora menos que en otros sitios el libro. Acá yo quiero aventurar algunas hipótesis: una, se ha señalado. Yo no quiero centrarme en ella que es la ausencia de políticas culturales por parte del gobierno. Yo creo que el Perú es un país extremadamente pobre que se da el lujo asiático, tener libros que valen su precio en oro, lo cual, creo, que va en contra de las posibilidades de desarrollo en nuestro país. No voy a incidir más en eso. Yo creo que hay dos o tres hipótesis que pueden explicar por qué en Perú se difunde menos el libro. Uno es mucho más general. Creo, tiene que ver con causas histórico-sociales propias de nuestro país y, otras dos, creo, tiene que ver más concretamente con cómo se vive el hecho literario en el Perú.

La primera me parece que tiene que ver con cómo ha sido nuestro país. No olvidemos que hasta la mitad de este siglo la sociedad peruana era sociedad excluyente. La mayoría de la población que por entonces estaba sentada en la sierra y en el campo estaba excluida de todos los beneficios que debe brindar una sociedad. Eran campesinos que no tenían acceso ni a los medios para sobrevivir ni muchísimo menos a educación y cultura.

JOSÉ RUIZ ROSAS: POETA AREQUIPEÑO EN EL COLOQUIO SOBRE DIFUSIÓN DE LA LITERATURA EN EL CUSCO.

JOSÉ RUIZ ROSAS: Tercera entrega del Coloquio que se realizó en el Cusco sobre Difusión de la Literatura.
Sologuren y Díaz Herrera han expresado muchos conceptos y, entre ellos, quizá, los principales: A mi concepto LA DIFUSIÓN DE LA LITERATURA parece de aquellos que ya son propio de casi todos los poetas y de los creadores; me refiero a los poetas, porque lo soy, así como hay narradores que también están a la espera de lectores que los aprecien o los conozcan.

La difusión se realiza especialmente en la capital de la República hacia las provincias. Caso como éste son excepcionales, entiendo que ésta es la segunda vez que me considero muy honrado estar invitado que es también una forma de difusión, porque después se edita un volumen con los poemas que se han dado a conocer y los relatos que se han leído, no sé si las ponencias que han sido principales y también la parte que se ha referido Sologuren que es el comentario, el ensayo, la parte crítica de la literatura. La parte crítica se produce mucho a través de los periódicos que no siempre llegan a circular en todas partes, en todos los lugares y a veces, como se ha señalado una literatura periodística, pero no más profunda. Libros de ensayo de crítica literaria se conoce de lo que yo conozco. Yo hablo de mi realidad, de Arequipa; hay contados. Por ejemplo, me acuerdo, de uno, de Bendezú y Yábar sobre narrativa peruana y, así, de ese tipo. Pero no tienen un aliento por parte de editores ni instituciones. Instituciones como el INC que auspicie o intervenga en la programación, como en lo que estamos ahora, o las municipalidades. La de Lima ha tenido ediciones que ha llegado a distintos lugares del país, como los libros de bolsillo, también en las universidades. En la ciudad de Arequipa ha habido propiamente una institución ejercida por una sola persona mediante un plegable escrito titulado Escritos, que ha publicado cerca de treinta números dedicado exclusivamente a poesía, muchas veces de poetas nuevos, desconocidos, y de otros autores del sur.

En mi caso, he experimentado algo de ediciones de una librería que tuve hace muchos años, pero que quebré.

Pero editando a mimeógrafo libros de poemas o cuadernillos de poemas que también he cumplido eso satisfactoriamente, creo, editando en el INC, en la filial de Arequipa, cuadernillos a mimeógrafo, porque había que acudir a lo que se tenía, de las lecturas que se ofrecían, de poesía de autores de la capital, de Arequipa, y otras partes que llegaban. Esas lecturas eran muy solicitadas y se agotaban al extremo que yo no tengo.

También en el campo de Arequipa todos casi conocen que se realizó algo importante que se llamó la República de los poetas. En aquella República en la que se presentaban principalmente poetas de Lima, podían ser o no limeños pero de Lima, porque la mayoría están en la capital. Pero se editaba también un cuadernillo de un futuro libro que comprendía todo lo que se había presentado en el plan. Desgraciadamente, los cuadernillos salieron pero no ha podido cumplirse la totalidad lo que es un libro, eso, evidentemente, por razones económicas que tiene un freno en la política cultural del gobierno central y otras veces de los gobiernos regionales o locales.

El autor es muchas veces autor-editor y es, muchas veces, difícil para el autor-editor, averiguar quién lo puede vender o quién quiere venderlo, porque también le cuesta. A mí, por ejemplo, lo menos, decir, te pido que me compres un libro.

Frente al tren he conocido una librería. Un libro quechua; es poesía quechua, pero traducida al castellano. Yo ignoro al quechua. Es una compilación por Sebastián Bondy, que tampoco conocía el Quechua.
Gran cantidad de libros peruanos se adquieren por ediciones piratas.
p.d.
Se hacen estas entregas TAL como lo expusieron los poetas o narradores. Espero que haya algún amante de la literatura que quiera dar su comentario sobre estas exposiciones. Tienen todo el derecho, y lo pueden hacer.
Gracias.

SEGUNDA ENTREGA: COLOQUIO LITERARIO EN EL CUSCO


JORGE DÍAZ HERRERA

Acerca de los conceptos que implicaría el tema de esta mesa redonda, tema bastante amplio y que tiene un sinnúmero de aristas que pueden ser enfocados de diferentes puntos de vista. Yo quisiera remarcar sobre algunos puntos.

Hace más de medio siglo, Camus afirmó que los índices que tipifican nuestra época, o sea, por qué nuestra época es diferente a las demás, son tres: el ruido, la velocidad y la propaganda.

Me detengo en la propaganda y en la velocidad. El mundo actual se ha acortado puesto que los medios de comunicación y los vehículos de transporte han adquirido una dinámica y una velocidad sumamente amplias, de tal modo, que las largas distancias ya no son tan largas distancias. Existe el fax, en el cual como un prodigio, como una cosa mágica, al segundo, una página escrita, en ese mismo instante la misma página puede ser reproducida en cualquier lugar de la tierra; igualmente, existe la televisión, la radio, el teléfono, etc. Infinidad de medios de comunicación que hacen que el hombre esté ahora con más posibilidades de conocerse mutuamente.

En cuanto a la propaganda, no ha habido época en la humanidad como lo hay ahora en lo cual estos medios de comunicación pueden crear ídolos en muy pocas horas, en muy poco tiempo, y, también, pueden deshacer ídolos en muy poco tiempo.

Estamos pues en una época donde la comunicación, donde la propaganda, donde la difusión, nos califican en forma singular respecto a las demás épocas de la humanidad. En ese sentido, ya sea la literatura o cualquier otra hechura del pensamiento humano tiene también mayores posibilidades, sin embargo, trataré de decirlo brevemente. Paradójicamente a ello, vivimos también en épocas de frustraciones frente a este gran avance tecnológico de la humanidad, no obstante que los medios de comunicación se han ampliado, sin embargo, los medios de conocimiento personal se han aminorado y quizá, no obstante, que el hombre masivamente puede comunicarse en una forma asombrosa, individual, personalmente, quizá está más alejado que en otras épocas, esto es, quizá, la paradoja que encierra nuestro siglo.

Volviendo ya, o entrando al tema concreto, o tratando de entrar en él, en la nominación de LA DIFUSIÓN DE LA LITERATURA, yo creo ver dos aspectos: en primer lugar, cómo se difunde la literatura, y creo que también abarcaría dentro de este concepto, qué es lo que difunde la literatura.

COMO SE DIFUNDE LA LITERATURA. Ya Javier lo ha expresado. Ustedes perfectamente lo conocen. La literatura se difunde a través de los medios de comunicación. Se difunde también a través de los propios textos. Por ejemplo, dentro de lo paradójico que estaba refiriendo, en Lima, por decir un caso, donde se adquiere los libros, que se llaman las librerías, por lo menos el ochenta por ciento de las librerías en Lima, han cerrado. Eso significa que se han acortado las posibilidades de que los autores o los editores puedan expender sus productos al público lector.

QUÉ DIFUNDE LA LITERATURA. Yo creo que es una pregunta que encierra muchas respuestas y que depende del género y de la intención de quién la hace. Si en realidad los géneros están en tela de juicio puesto que se intervienen mutuamente y unos a otros se prestan sus propias características, sin embargo, existe evidentemente todavía índice diferencial que nos permite apreciar qué cosa es la literatura periodística, qué cosa es un libro de historia, qué cosa es una novela, un cuento, un poema. En cuanto a esto último, creo yo que es lo que nos ha congregado, que es la creación artística, la obra de arte literario.

Ya es muy conocido este proverbio que la cercanía de los árboles no deja ver el bosque. Que tenemos que alejarnos de los primeros árboles del bosque para ver la perspectiva del bosque.

Estamos tan inmersos dentro de la vida que no tenemos una perspectiva necesaria, para poder apreciarla, y ahí que muchas veces nuestros errores en ella en el transcurso de la existencia es evidentemente por falta de esta perspectiva, cómo alejarse del bosque de la vida para poder desplazarse con más seguridad dentro de él.

Creo yo que la obra de arte literario es un microcosmos, es una humanidad que nos da esa posibilidad de lograr una perspectiva de la existencia. Que la obra de arte literaria, su grandeza consiste entre otras cosas de permitir al ser humano apartarse un tanto de la vida para poder divisarla con mayor extensión, sin salirse de ella. Esta característica de la obra de creación radica en que su material, su insudo es el ser humano, es la humanidad en su conjunto con su singularidad o cosas que puedan señalarse, pero que al fin de cuentas es el ser humano con sus complejidades el que ocasiona la obra de arte literario. Y la obra de arte literaria es, en síntesis, una posibilidad mediante la cual el ser humano puede apreciar el mundo sin alejarse de él, adquirir esa perspectiva necesaria de alejarnos del bosque para poder apreciarlo.

Creo también aquí necesario, porque para mí son mis propias reflexiones, hacer una acotación. He hablado de modos de vida o de vehículos o medios de comunicación y quiero también pensar en voz alta en lo qué es la expresión.

Transmitir una obra de arte literaria, divulgarla, difundirla, hacerla conocer, es un modo de comunicación, de difusión. Como el conversar, la comunicación busca una ida y vuelta. Yo digo, para ser escuchado a fin de quien me escucha diga su palabra y yo la escuche, pero creo que la obra literaria no pertenece al mundo de la comunicación, sino que pertenece al mundo de la expresión, porque la obra de arte literaria no es sino la propia transfiguración del mundo en la mentalidad de su creador. Es el dolor o la alegría hecha forma por el simple gusto de que el escritor quiere expresarla y que la obra de arte literaria empieza y termina en la obra de arte literaria que es un fin en sí mismo. Es una forma que encierra una serie de contenidos que a su vez ocasionan, como decía Bretón, es cosa de que la literatura es el camino que nos conduce a todas partes, pero no es todas partes. La literatura es la literatura. Si la literatura nos sugiere convicciones históricas, filosóficas, psicológicas, políticas, religiosas no es política, ni religión, ni filosofía, sino es literatura. Las connotaciones ajenas a ella ya pertenecen a un campo extraliterario.

En síntesis, lo que yo quiero destacar en esta conversación, que ojalá promueva algún interés, es que vivimos una época en la cual si en realidad los medios de comunicación, que permiten difundirlo todo, incluso la literatura, se han extendido y han desarrollado una capacidad mayor que cualquier otra época en nuestro país, por ejemplo, existe evidentemente paradojas muy singulares, como aquellas que en lugar de facilitar la difusión literaria, la retardan; como aquello de que nosotros nos vemos obligados a gestar o generar o hacer el libro quizá más caro de América; como aquella en la cual nuestras políticas gubernamentales no favorecen en nada, en absoluto, en nada, a la difusión o a la elaboración del libro mismo, y, cosas que de una u otra forma nos hace imposible difundir cómo debe ser la literatura.

Además de ello, también dentro de la enseñanza tradicional de la literatura en los colegios que es el alma inicial que nos permite gustar la literatura y aprender el hábito de leer. Creo yo, por ejemplo, que se enseñan con métodos bastardos, métodos que en lugar de despertar el interés del alumno, alejan al alumno de la literatura, puesto que la convierten generalmente en un elemento memorístico, en un elemento de aprender obras y títulos y características sin, a veces, conocer la propia obra.

Creo que la mejor manera de difundir la literatura es hacerle gustar la literatura. La experiencia estética es una experiencia insustituible. Nada puede sustituirla. Quien no ha leído el Quijote, no ha leído El Quijote. Quien no ha leído los poemas de Vallejo, no ha leído los poemas de Vallejo. Son experiencias insustituibles. Los mejores oradores del mundo podían hablarles a ustedes cómo es el perfume de una flor por ejemplo en cuanto a la belleza de la naturaleza, pero si ustedes nunca han percibido el perfume de una flor no tendrán nunca el concepto real de lo que es el perfume de la flor, porque estas experiencias son insustituibles, y que la única manera de poder apreciar la belleza es estar en contacto directo con ella, entonces, creo yo, que todos los caminos que nos conduzcan hacia ellos deben ser los caminos que debemos fomentar, y que todos los obstáculos que eviten eso son los obstáculos que debemos tratar de derrumbar.
BIOGRAFÍA DE JORGE DÍAZ HERRERA

"Nací en Cajamarca por accidente, aunque mi sensibilidad es provinciana, pero no por ello menos universal", nos dice Jorge Díaz Herrera. Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista, presentó hace unos días Alforja de ciego (Editorial San Marcos), un libro de breves y brevísimos relatos cuya primera edición salió en 1979. Releer estos textos, casi treinta años después, nos revela las bondades como narrador de Díaz Herrera y nos permite comprobar que Alforja de ciego ha superado la barrera del tiempo.

"La frase 'alforja de ciego' la entiendo como recipiente de lo inclasificable. ¿Este es un libro de 'cuentos'?Yo no soy partidario de las categorizaciones en la literatura. Les digo cuentos porque. porque no encuentro otra forma de llamarlos y porque creo que es lo que son. En un inicio, este era un libro voluminoso que yo siempre lo llevaba a cuestas. Pero lo reduje, lo podé, cuando me dejé seducir por el chiste popular, sobre todo el francés que se caracteriza por su precisión, por su 'efectismo' y porque algunos están hechos para llorar".