domingo, 11 de noviembre de 2018

borrador de Che


-Señores, vengan por acá- nos dijo la mesera muy seria.
Nos llevó al segundo piso de la pollería. Era un lugar tranquilo, lleno de silencio y, para nosotros, una música calladita, amorosa. Nos miramos y nuestros cuerpos se juntaron porque ellos querían estar juntos.
-Abríguense con esto- nos arrojó a nuestras piernas un manto de hilo de diversos colores atractivos y con dibujos incaicos.
La cerveza estaba cantarina. La música se acercaba a nuestros oídos y nos acariciaba. Solo el rechinar del piso de madera nos hería el ambiente. Pero estábamos contentos.
-Yo no sé cómo y por qué hago esto. Jamás he bebido. Jamás he engañado a mis padres. Nunca me he alejado tantos días de mi casa y, ahora, lo hago contigo…
-Ya… ya…
- ¿No me crees, verdad?
-Sí… sí te creo…
-No sé qué me está pasando…
-Ya…ya…
-Y me da ganas de pedirte algo imposible…
-¿Qué...?
- Mejor… no…no…no
-¿No confías en mí?
-¡No..! ¡No..! No es eso…
-Ya, dime
-Mejor… ¡Abrázame!
-¿Qué?
-Que me abraces- y se arrinconó en mi hombro izquierdo.
Con mucho miedo y temeroso levanté mi brazo y lo puse sobre su hombro.
-¿Estás temblando?
-¡No..!
Recuerdas que te dije que es flaquita como rama de eucalipto. Pues estaba temblando y, ahora, no la sentía así porque quería salir volando como un cobarde. ¡Qué experiencia y qué experiencia! Ella se sentía mi dueña. Y era mi dueña. Mis nervios, mis huesos eran de ella.
-¿Puedo ir al baño?
- Claro…
En el baño, me puse a miccionar y levanté la cara. Cerré los ojos. Cuando terminé sacudí mi miembro y me di cuenta que estaba muy serio, casi preocupado. ¡Qué, carajo! Esta flaca de mierda me va a vencer. Esta anchoveta escuálida como le dice un amigo, me va a ganar. Solo eres un gran cojudo, un gran cojudo, eso eres. Levanta los hombros y déjalos caer, tres veces como dices tú. Ahora, a enfrentarse a esa flaca de mierda, a esa linda flaquita, y salga lo que salga porque así lo quiere Dios.
-Abrázame… no pasará nada malo, te lo aseguro.
Bebimos y bebimos. Cantamos y cantamos. Le cogía sus duras rodillas y de vez en cuando le pasaba mis gruesos dedos en su ombliguito tan pequeñito.
-Ahora ya les sirvo el pollo
-Señora, nosotros le avisamos, por favor…
La tarde se cargaba de oscuridad. Su aliento me acariciaba. Casi ya no se escuchaba la música y solo los dos nos acariciábamos con nuestras miradas desconcertadas. Dios, y ¿ahora qué hago? Lo que hacen los hombres cuando quieren vivir felices. Y así con su aliento caliente y sus huesos fríos, mi mano recorrió sus caderas y la manta calló al suelo. Me miró la flaquita y sonrió.
-¿Sabes lo que vas hacer?
-¡Diablos!.. Disculpa.
Levanté la manta colorida y volví a ponerla sobre nuestras piernas. Bebí apresuradamente un vaso de cerveza. Sentí que sonreía, que se burlaba…
-¡Señora..!
-¡Señora--¡
“Cuando sea profesora, seré profesora. Estudiaré y estudiaré. Me matricularé en otros cursos, volveré a matricularme, estudiaré y volveré a matricularme. No quiero ser una profesora mediocre. Viajaré. Conoceré otros mundos. Dios no me abandonará porque jamás haré daño a nadie. Si me caigo, me levanto. Y si no me caigo, me empino, sin soberbia. Ayudaré a quien merece mi ayuda. Si alguien me regala un pañuelo, yo le regalo una frazada, pero todo con amor, sí, señor. Y hoy día no voy a llorar porque esta vida mía me necesita enterita. Quiero entender que yo soy dueña de este pedazo de carne flaca, de huesos fríos, pero estoy llena de amor, de mucho amor…”


Mi hermana estudia en Bolivia, y me dice: Brujis. Es interesante. Le gusta la Medicina y eso está preocupada. Es bonita y, sabes,  es más gordita que yo.
-          ¿Y tiene tu misma naricita?
-          ¡No!- Malo…
Cuando llega de Bolivia y me pregunta sobre mis estudios y quiere saber si tengo enamorado. Aveces, me pongo rojita, y me dice:
-          ¡Ah, picaroncita..!
Me tumba sobre la cama, me hace cosquillas, se sube sobre mí y terminamos en el suelo en una sonata de risas y palmadas.
Mi madre, con su delantal blanquito, abre la puerta del dormitorio. Nos ve en el suelo, grita con una alegría de madre cariñosa. Nos paramos rápidamente y la abrazamos y la despeinamos con nuestras manitas risueñas. ¡Qué calor de hogar!

Mi hermano, es odontólogo. Recién ha abierto su estudio. Tiene pocos clientes, pero es un amor de dentista, porque aún sabiendo que necesita dinero para comprar sus libros no cobra a sus clientes que no pueden pagar a un especialista en salud.
-          Ahora yo me siento mal que esté en este estado y bebiendo con una persona muy adulta, pero yo te aprecio y me encanta estar contigo. Verdad. ¿No me crees, verdad?
Me da ganas de interrumpir esta sesión. Debo pagar la cuenta y que vaya a dormir a un hostal.  La señoa queda contenta. Nos aconseja como un familiar muy querido, y nos despide:
-          Cuídense…abríguense que hace mucho frío…

Conversamos con el dueño del hostal. Pido dos cuartos. Ella dice uno. Repito y digo dos. El propietario nos mira y se está molestando.
-          Yo pago, señorcito…entonces, hágame caso a mí…y aquí está su propina…
-          Bien…
Ingresamos al cuarto. Está frígido. Ella se arroja a la cama, desarmada y con ganas de gritar su triunfo. Se mete entre las frazadas de lana y de hilo, y me grita:
-          ¡Ven, no seas cobarde! ¡Qué te puede hacer una mujercita flaquita! Que ese chico que me viste hace algunos días cuando tú estabas esperando tu micro, ese chico fue mi enamoradito, por muy poco tiempo
-          Pero te tenía de tu manita, y estaban contentos…
-          ¡No!...¡No…!

Y comenzó a hablar y me dijo que mucho tiempo quería estar con un enamorado  que la quisiera, la apoyara, que la hiciera sentirse amada.  Que el hombre la besara sin medida hasta morir, pero que no sentía nada de nada. Se sentía vacía, y que no comprendía por qué sus amigas hablaban tanto del amor y de sus hombres, y ella no encontraba quién la quisiera o sentirte contenta y amada. Me tendí al lado de ella, y  me abrigó con las mismas frazadas que le daban calor. Su aliento no era agradable, pero sus palabras susurraban un mundo de ternura. Y me dijo que estaba buscando un hombre que la hiciera sentirse muy mujer. Y que dónde podría encontrarlo. Comenzó a llorar, sin decir palabra alguna. No sabía yo qué hacer: limpiarle sus lágrimas, decir palabras de consuelo. Me quedé callado, y la dejé con su mundo de lágrimas e impotencias.

domingo, 16 de septiembre de 2018

UAP

Estoy lleno de vida. Ayer jugué pelota con algunos colegas de Alas Peruanas. Ganamos y ganamos.Nos invitaron guatia, cervecitas, y todo fue saboreado con mucho agrado. Corrimos como niños por el campo deportivo. Hicimos muchos goles y gritábamos sin ton ni son. Fue una tarde muy sensual, llena de gritos y saltos alegres. ¡Qué hermosa es la vida cuando la quieres disfrutar! 

domingo, 9 de septiembre de 2018

che


La cabeza pequeña de mi abuelo se perdía entre sus anchos hombros. Su contextura era gruesa. No era tan alto, pero su voz gruesa e impositiva daba mucho miedo. Todo animal que criaba era de raza. Chanchos grandazos que parecían burros. Los perros gran danés asustaban a los clientes que llegaban a comprar mondonguito a su pareja doña Eudoviges. Era una mujer callada, y todo lo que el abuelo decía la pobre mujer corría para cumplir las órdenes que don Pancho le daba.
Trabajaba como capataz de la familia Dall Orzo. Montado en un caballo blanco muy alto. Don Pancho se creía dueño de esas tierras que él cuidaba. No permitía que nadie cruzara por eso lares. Algunos le decían El diablo, por su maldad.
-          Señores, es mi trabajo y yo lo cuido, por eso me pagan. Ni ustedes ni mis familiares van a impedir que cumpla con mis deberes. Ya saben, carajo. Nadie me va a venir a joder…
Un día el mar embraveció, y los pescadores artesanales no podían ni debían salir a pescar. En el muelle los estibadores y lancheros tampoco trabajaron. Los trabajadores se pusieron a tomar chicha y se emborracharon. Al día siguiente, el mar seguía bravo y los lancheros y estibadores seguían bebiendo chicha, pero ahora la fiaban. Los jóvenes nos dedicábamos a ir al colegio y, por la tarde, a jugar pelota.
Pasaron así tres días y las madres de familia ya estaban preocupadas porque escaseaba el pescado que era el sustento principal. No ingresaba dinero y sólo salía para la chicha y algunas cervezas. La situación económica estaba poniéndose color de hormiga. Ya no había pescado salado en los mulos. Los pescadores miraban desde los cerros al mar que no bajaba la marea. Los rostros estaban hinchados y con un color negro marrón.
-          Oscar, vamos a tirar atarraya a los pozos de Dallorzo.
-          Estás cojudo…mi abuelo nos mata.
-          No pasará nada…vamos le diremos que nos permita cazar unos cuantos pescaditos y nada más.
En esos pozos había mojarras, cholcoques, bagres, lifes. Peces muy apetecibles. Comer unas panquitas de lifes era para chuparse todos los dedos. Los cortaban en pedacitos. Les ponían cebollita de rabo picada. Mantequita. Ají rojo y amarillo, vinagrito de Castilla, culantrito bien verde y otros condimentos que servían para darle el gusto exquisito. Los embalaban en pancas de choclos y, sobre carbones rojos y ardientes, se cocían.
-          Vamos…llevas tu atarraya y si pasa algo, él, tu abuelo, te la devolverá.
-          Ël siempre ha dicho que no le interesan los amigos ni familiares.
Montados en sendos burros fuimos a los terrenos de Dallorzo. Alegres, bulliciosos. El sol estaba encima de nuestras cabezas, pero íbamos a pescar para traer pescadito para el almuerzo, abuelito.
-          Qué abuelito ni abuelito, fuera de aquí.
-          Soy Oscar, hijo de tu hija Inés…
-          ¡Qué Inés de mierda! –gritó el abuelo sin bajarse del caballo
-          Estas atarrayas quedan conmigo y váyanse antes que les meta el caballo…
Salimos disparados.
-          No te dije que mi abuelo era un maldito.
-          ¡Es una mierda!


viernes, 3 de agosto de 2018

HE VUELTO HOY DOS DE AGOSTO 2018

Tres de agosto del 18, y los meses corren y se acerca al fin de un año más. Aún sigo en la labor de la enseñanza. Sigo en Alas Peruanas y la regional: San Carlos. No decaigo y he caminado ayer en la Feria del Libro juliaqueño y he comprado unos libritos que están aceitando mis bizagras. No decaeré en el intento de salir bien librado de esta vida. Creo no hacer daño a nadie. Eso digo yo- Qué dirá la gente? También lo tengo presente, pero cuando está lleno de buenas intenciones. He vuelto y no te dejaré, eterno amigo de amistad sincera.

domingo, 6 de mayo de 2018

SEIS DE MAYO DE 2018 Y AÚN SIGO VIVO. DEBO REPLANIFICAR MI EXISTENCIA. AYÚDAME!

domingo, 18 de marzo de 2018

viernes, 16 de febrero de 2018

Una vez más, sigo terco, muy terco, hasta la coronilla. Sé que debo pensar mejor para conseguir mis metas. Los instrumentos, los medios, los tengo. Entonces, qué me pasa. Mis amigos dicen que es mi vejez. Pero, yo camino diariamente, una hora. Todos los días. No me canso. Por ejemplo, hoy día he caminado casi cien cuadras, y estoy escribiendo y no me siento cansado y tengo ganas de seguir caminando...
Hoy es otro día y sigo terco en mi terquedad. Dios me acompañe. 
Giovanny, acaba de llegar de Lima y me ha traído dos buenos ejemplares: A RORLD LIT ONLY BY FIRE DE William Manchester, y me ha dicho que me apure porque el tiempo se ha agotado. Diablos! Todo el libro de trescientas páginas están en Inglés...y otro libro: LUNA LUNERA de Rosa Regas. El carnaval recién comienza pero debo dejarlo atrás...
Y, ella, de paseo muy contenta. Así será, pues...No bajes la cabeza...Que no la bajes...

sábado, 13 de enero de 2018

CHE




che
Así de cruda y guerrillera me lo dijo. La sangre entretenida en mis codos se sonrojó avergonzada entre mis glóbulos blancos. Estos leucocitos escucharon atónitos: que no sabía abrazar tiernamente a una mujer descalza de amor; que era no tierno, sino duro y más duro cuando entraba ella por esa puerta abierta como sus piernas; que no era amoroso con ella, ni con su cabello, menos con su naricita empapada de respiración diafragmática.

Me quedé callado como mis flacos huesos blancos de sudores ansiosos. Me quedaba en silencio masticando una debilidad de hombre atormentado como buscando refugio en la impotencia de mis viejos años canosos. Guardé silencio; es lo que tenía que hacer. Sólo eso: silencio.

La conocí con su caminar enmudecido según ella de amores y aventuras. Su frágil cuerpo de gacela moza me llenaba los ojos con sueños llenos de sabores variopintos. Me gustaba su cintura porque serviría para envolverla en experiencias desconocidas. Su lenguaje, oh, su lenguaje no manchaba ninguna ch con sonidos guturales. Todo eso la llenaba de ternura.

Pero él te llevaba de tus manitas- le dije. Eso no es infidelidad- me contestó rápidamente. Si eso no es infidelidad, entonces, qué es- me dije. Estaba llena de rabia mi garganta. No recuerdo si ya la besaba o la amaba, pero me dijo que no era infidelidad.

Algunas veces la acompañaba a su casa y cuando le invitaba un caramelo lo recibía como no queriendo recibirlo. No quería perder su señorío de niña recatada, pero lo recibió tratando que me diera cuenta que no quería recibirlo. ¿Es desconfianza? ¿Es educación? ¿Qué es?

Si es desconfianza, debo cuidarme para tener sutileza cuando le invite un chocolate o un cafecito negro calientito. Si es desconfianza entonces debo alejarme sin ton ni son como canción despechada. Si los pájaros golpean sus alas en el suelo para poder volar y llegar hasta su alimento y alegría ¿por qué esa desconfianza no puede servirle para dejarse amar?

Su vestir, su caminar, cuando comía o cuando saludaba dejaba un aroma de señorita culta y más cuando al despedirse, extendía su brazo para dar su mano delicada en una despedida de donaire que daba ganas de querer despedirse de ella a cada momento. Era una despedida que motivaba a buscarla sólo para despedirse de ella una y otra vez.

Ahora me decía que yo no era tierno, que no sabía abrazarla en ese mundo de amores y miradas cariñosas. Yo que tantos veces me bañaba en un mar muchas veces turbulento hasta ver sus pestañas agitándose en el torbellino de la lujuria y el placer. Que temía arrinconarla en mis vértices más silenciosos de mi geometría sexual. A mí me dijo eso. Que no era tierno. Es decir, un fierro frío y mohoso para que me comiese un mascafierro hambriento de braxomanía. No debería aceptar tremenda barbaridad. Ha fallado en su medida y en su desprecio. Pero recuerda que te devolvió tu Makarenko y tu foto. No olvides. Recuerda que te dijo que cuando los devolviera, todo habría terminado. ¡Qué tonto eres mi pequeño cuerpo viejo!

Ven pronto, me dijo un día. Estoy en el puente Maravillas. No demores, porque si lo haces, olvídate de mí. Y corrí. Yo estaba ocupado en mis labores cotidianas, pero corrí con las ruedas de los autos y las combis, pero corrí sudoroso. Recuerdo que me dijo también: si llegas tarde, nunca me verás. Se encontraba en el puente Maravillas. Era tiempo de lluvias. El río estaba cargado de palizada y de piedras y de tierra mojada del vigor de dos cuerpos que se mueven descompasados. Nunca me verás o nunca me verán. ¡Dios..! El río. La palizada. El río hambriento. La combi que no se apresura. Su cuerpo delgadito llenándose desesperado de agua negra. Y sus ojos mirando el infinito lleno de nubes que descarga agua de muerte y desolación. Apure, señor chofer. ¡Por qué no agarró un taxi?, me escupió en mi rostro ansioso.

Llegamos al puente. Ella debería estar en la otra orilla, o peleando con las aguas agitadas de su vida y de la muerte. Me bajé. Estiré mi mirada, pero no había nadie, salvo un perrito, que con su cabeza gacha, y con sus pasos cortos, cruzaba, sobre el puente, el río mágico de Juliaca. Era cierto, el río corría cargando palizadas, piedras y semen en todo su cuerpo ancho y agigantado. Era un paisaje lúgubre. Hacía frío, y las nubes negras escondían un manto de llanto y soledad. Se hizo una eternidad. Parecía un puente como el de San Francisco, largo y bullicioso…interminable.

¿Y ella? ¿Dónde está ella? La busqué ansioso. Sólo una parejita de enamorados apretándose como pollitos se daba calor con sus cuerpos sofocantes. ¿Y ella? Nada de nada. La lluvia mermaba. A lo lejos aparecía una claridad silenciosa, pero mi cuerpo estaba agitado como las aguas del Maravillas. ¿Y ella? ¿Y su cuerpo flaquito? ¡Nunca me verás o nunca me verán!

¡Es que mi mamá no me comprende! ¡Es que mis hermanos no me quieren! Eso, nadie me comprende ni me quieren… ni tú tampoco. Pero, yo, por qué… Recién la he conocido, y ya tengo culpa, pero qué malo soy. Recién la conozco y ya he comenzado a martirizarla. La lluvia comienza a pasear por el patio de la vida, y dicen ya que el paisaje es tétrico, que ensucia las aguas de los mares con sus aguas negras, que se llevan los cuerpos enmudecidos de los suicidas silenciosos, pero no dicen que gracias a las lluvias los ríos cantarán canciones de vida y esperanza y que habrá alimentos para los cuerpos famélicos y no hablarán de la carita alegre de los niños cuando hacen navegar sus barcos de papel por esas aguas de amor y de ternura. ¡Es que nadie me entiende ni me comprende! Y arrojó con furia una piedra a las aguas del Maravillas que pasaba entonando una canción de fe y alegría. No olvidemos que el cuerpo de la niña no entendida ni comprendida era delgadito como una rama de eucalipto.

Oh, mujer, cómo hacer para que Aristóteles te enseñe la emoción adecuada, el que sepas sentir que las circunstancias no son iguales, no son las mismas, sino que debes manejarlas en forma proporcionada, mujer. Debes controlar tus emociones para que no te aburras ni para que te depriman. Consigue tu bienestar emocional y estarás estable. Recuerda que el sufrimiento templa tu carácter. Que los momentos de ánimos caídos dan olor y sabor a la vida, pero para eso debes decirte que eres tú y que te quieres. Dirás, como siempre, que son palabras… Quiero que los sentimientos tormentosos no hagan un nido de odio en tu corazón. Ah, y pregúntale a Platón por qué el autodominio es más poderoso que los esclavos de pasión que menciona Shakespeare en Hamlet, tu libro preferido, mujer. No es necesario que seas inteligente. Vive con el corazón en la mano para recibir la dicha que anhelas, mujer.

Es que nadie me entiende, te he dicho. El Maravillas volteó, guardo silencio, y siguió su camino aguas abajo. Nadie se baña dos veces en las mismas aguas de un río, dijo Heráclito hace mucho tiempo.

Es una de esas mujeres que adoran que sus hijos estén bien peinaditos. Que les gustan que les digan que sus hijos son bonitos y bien educados. Por eso viven y se desvelan para que la gente los califiquen con adjetivos de bondadosos, aseados y con buenos modales. ¡Ay! del hermano o del papá que deje sus herramientas en el lugar que no corresponda. ….Ay de aquél que se chupe los dedos delante de otras personas. ¡Ay! del que no cumpla a la hora lo prometido. Simplemente, se irritan hasta las uñas acarameladas. Si te dicen que se debe hacer así, sólo así se hace. Sueñan con lo exacto, pero no saben exactamente hacer lo exacto. Les gusta comer sabrosos alimentos caros, pero pregúntales si quieren lavar dos platos. Quieren vivir en plenitud, pero no ayudan plenamente a que las ayuden a vivir a plenitud. Quieren todo, pero no dan nada, y dicen, seriamente, que dan todo. Y si alguna vez dan, cobran el doble y agregan el castigo como yapa. Si te libras de ellas alguna vez habrás salido del circuito de la ganancia y de la pérdida para ingresar al extraño campo de la dicha y el amor.

Tienen miedo de todo y a todo. Todas las miran sin ser miradas. No quieren que nadie sepa que aman o que son amadas. Son todo o nadie los dioses que dirigen sus mundos. Nadie las comprende. Todos las odian. Son las incólumes, las impólutas. Se ponen a la orilla del abismo y si las arrojas dicen que tú eres malo, y si no las arrojas, dicen que eres definitivamente malo.

Oh, Heidegger, dijiste Nada es; ni Dios te importó. Ahora esta mujer es su absoluto, es el Ella. Nadie más. Sólo su existencia. ¿Y los demás? ¿Y las circunstancias de los demás? Por vivir para Ella, se preocupa. No le interesa que vivas mañana. Si mueres ahora, a Ella no le interesa, porque es su ahora y de nadie más. Tu muerte no la deja vivir su momento que es de Ella y de nadie. Mejor hubiera muerto mañana, gritaría. Ella no tiene miedo al miedo, pero sí se angustia de la angustia. Y si la angustia es nada, te dirá: que es todo sin ser nada y, por lo tanto, la nada es nada, sólo palabras. Cuando termines de decirle esto, corre violentamente para el mañana, porque no te buscará, amigo. Así es ella. Silencio por ahora. Nos conviene. Que ame a Unamuno. Que sea amiga íntima con la Tía Tula. Alabadas sean las dos en sus angustias.

La llamaremos: CHE. Así es. Esta errante CHE, dice que nadie la comprende, que nadie la ama. Puede tener razón. Le pregunté a Pascal, y me dijo que estas mujeres se apasionan, aman, odian, sueñan para sí y, algunas veces, se quieren volver mosqueteras. Todas para una, y una para todas. Éste es el dilema de mi querida CHE. Un día compró un gatito y una perrita. La perrita blanquita un día desapareció. Pobre perrita. Era una perra muy mala. Ingrata conmigo que le di de comer y que me ensucié las uñas con el champú de perros. Si no le dijo puta fue porque el animal ya no estaba en casa. Se sintió abandonada. Sola. Ella, que había dado su entrega y ofrenda a la malvada perrita; se sentía abandonada y sola. Qué ingratitud. Mejor que se muera antes que venga preñada. La mato. La mato, gritaba en sus momentos de razón. Hablaba con el gatito negrito. Le decía que él no era malo ni ingrato. El pobre gato se engordó demasiado, y caminaba lentamente en el dormitorio de su ama y madre a la vez. Tú sí eres mi hijito querido- le decía. Dormía con el gato; comía con el gato, y, el gato era el amor de sus amores. Qué nadie lo vea. Que nadie lo abrace. Es mi gatito querido. Sólo mío. No iba a fiestas por su gato. Salía de sus estudios o de su trabajo, y corría a ver al gordo gatito gruñón. Ante Dios ella estaba salva. Estaba feliz de haber hecho feliz al gato gordo y gruñón. Por él, ella seguía viva. Entregó su corazón al animalito de Dios. Era el animalito de Dios todopoderoso. Había cumplido con Dios. Pero uno de esos días de invierno juliaqueño, cuando las mujeres de negocio y del campo se ponían una manta sobre las espaldas para cubrirse del álgido invierno, encontró en la puerta de su casa a la perrita que ya no estaba blanquita, sino llena de polvo, mierda y frío. La pobre temblaba todo su esqueleto, pero le movió la cola a su dueña atónita. ¡Zafa! Le dijo la dura dueña. La perrita movió más violentamente la cola para decirle que la amaba La dueña miró con asco y dureza, lista para darle una patada con sus zapatos puntiagudos en el trasero de la pobre perra amorosa. Era la perra mala, malvada, ingrata a la que la miraba Miró el trasero al animal, y gritó: ¡está virgen! Gracias, dios mío. Sacó la llave de su cartera. Abrió la puerta, y la primera que ingresó fue la perrita. Ahora dormían en esa cama un gato gordo y gruñón, una perrita blanquita en huesos y en carne flaca, junto a su dueña delgadita como rama de eucalipto. La entrada de esa perrita flaquita le llenó los pómulos de fe y alegría. La sangre bulliciosa le recordó que era hembra y sus senos comenzaron a palpitar con más fuerza. Tenía fe en la vida: la perra no era una puta.

Se sentía comprendida. Su vida vuelve a comenzar. Con el amor a sí misma, prepara su maletín, protege a sus animalitos en casa de una amiga, y, en pleno invierno juliaqueño, se embarca para Arequipa, la Ciudad Blanca. Engañó a su madre y hermanos. Dijo que iba a un curso de estudios, pero iba con su amor de hembra alegre y bulliciosa. Se sentía feliz. Entre sus rodillas sentía el amor penetrante. No quería desperdiciarlo. Gozarlo, eso quería. Se fugaba de la bestialidad cotidiana de la ganancia y de la pérdida, de la oferta y la demanda. Alguien la comprendía, porque había sabido comprender. Quería olvidarse de su falta de apetito, de que nadie la había comprendido, ni entendido, eso quería.

Rápidamente llegó a Arequipa. Qué blanca que es. Y qué grande que es. Conoceré su grande Plaza de Armas. Iré a las iglesias y pediré a Dios que me envuelva con el manto de la fe y la esperanza. Comeré su delicioso adobo rojo y humeante. Ah, su rocoto relleno, pero qué rico que es. Un día, en el aula, escuchó a una amiga que dijo que en Arancota había un restaurante “Doña Cecilia” donde venden ricos potajes arequipeños, acompañados con música también arequipeña, con su ron Nájar y su chichita espumosita. Y allá fue. Pidió un chicharrón, pero no lo terminó. Solicitó una bolsita, y guardó el resto del chicharrón. Fue entonces que recordó que estaba cerca del mar, del Océano Pacífico. Cerca del mar, con el que había soñado muchas veces cuando se cogía suavemente sus delgados muslos redonditos. Oh, qué maravilla. Regresó al bullicioso Terminal terrestre en un taxi. Preguntó y preguntó y, por fin, estaba sentada en el asiento de un bus que decía: Mollendo. Esas son las mujeres que hacen que sean mujeres. Con su maletín, su chicharrón y con su fe con bandera plena de ellas mismas. Se quería, y quería a todo el mundo.

Ahora estaba en un Terminal terrestre pequeño, pero limpio. Sintió la brisa del mar en sus mejillas, y abrigó tiernamente sus hombros. Preguntó y caminó por las calles húmedas del puerto. Sintió en sus narices palpitantes el olor de mariscos, pero siguió caminando muy segura y altiva. Dónde está el muelle- preguntó. Siga usted de frente, y lo encontrará, contestó un hombre grueso y curtido su rostro por el sol y la brisa marina. Llegó al frío malecón que estaba cubierto con una neblina blanquísima y sudorosa, y, por primera vez, sus ojos veían esa masa grandiosa y azulina de agua cantarina. ¡Pero cuán grande eres mi Dios! Quiso correr, pero se quedó paralizada como una estatua anonadada. Los ojos desorbitados. Sus cabellos se movían triunfantes como banderas en buque de guerra. Pero eres esplendoroso, y me cantas para recibirme en tu regazo. Y yo decía que nadie me quería ni me comprendía. Recién me conoces y me abres tus brazos, y me cantas. Dios, ayúdame a comprenderte, o ayúdame a comprenderme. Miró el muelle y la callecita que conduce a la ribera del mar, muy cerca de la piscina, y por ahí, por ese amino se fue a corretear descalza y juguetona en la arena quisquillosa del mar. Estaba ruborizante y fuera de sí, sin gato ni perrita, sin pérdidas ni ganancias, ni le interesaba que no la entendieran. Ahora gozaba el amor de su vida, miraba a las gaviotas que se lanzaban al mar, y ella creía que se suicidaban como alguna vez pensó hacerlo, pero las blancas gaviotas aparecían con un pescado en el pico, alegres y victoriosas. De pronto, por la orilla corrió raudamente una ola y se llevó el maletín y el chicharrón y sus zapatos, pero, ella, oh Dios, saltó y saltó, histérica de alegría con canto de amor, de hembra con esperanza. El amor está en ti, en nadie más. No mendigues amor. Te lo da tu gatito ocioso o tu perrita aventurera. Te lo da el agua cantarina de la lluvia juliaqueña. Tienes el olor de una ramita de eucalipto. Tienes en tu boca el sabor del agua salada cuyo mar se llevó tu chicharrón y tu calzoncito de finos pliegues, pequeña ramita de eucalipto.

TRECE, BENDITO DÍA
Aún no me has vencido, Srta querida. Tus hermosos ojos grandazos destrozan sin piedad  a las flores multicolores. Si eso hacen tus ojos que no tu traicionero mundo de maldades. No te tengo miedo precioso diablo que acompaña a Satán en ese  negro mundo de la destrucción. Me quedo aquí, por el momento. No quiero teñir mi manto con palabras que gritan por todos lados la miseria de un alma podrida. TRECE, BENDITO DÍA...
ALAS: PRIMERO.- 13 DE ENERO 2018
EXAMEN FINAL
1.- SARA..08
2.- LUIS ARMANDO. 06
3.- MARY SOLEDAD 08
4.- JUAN CARLOS  06

5.- LEYDA YULISA 06
6.- JHONAY VLADIMIR 07

7.- PAÚL GERARDO 10
8.- MILAGROS 11
9.-NICOLÁS YONATHAN 06
10.- NERIA CLINTON 10
11.- ALDAIR RAFAEL 17
12.- JHONY ROLANDO 07
13.- VANESSA ERIKA 05
14.- VILMA NANCY 07
15.- LUIS ENRIQUE 07
16,. BRAHIAN JAVIER 07
17.- GROVER ANGEL 07
18,. SHERY NAHOMI 09
19.- LIZETH ROSMERY 08
20.- JORGE LEANDRO 07
21.- ROGER JUVENAL 10
22.- JONATHAN ALEJANDRO 14
23LIZETH FIORELA 07

II SEMESTRE: EXPRESIÓN ESCRITA
EXAMEN FINAL
1.-AMERICO 08
2.- FREDY YANA 05
3.- MIGUEL ANGEL 08
4.- FREDY EDISON 08
5.- GEORGIA 07
6.- DARWIN 08
7.- DARWIN 05
8.- ELIO 09
9.- LENIN 07
10- JOEL ISMAEL 07
11- KELY 08
12.- GLENDY 07
13- ROGER JOEL  09
14- EDDY 09
15- STEYSI 07
16- MAYDEE 09
17- EDITH T.T.. 08
18.- JENNYFER 17
19.- JETHLY 07
20.- LEYDY 12
21.- VÍCTOR 11
22.- MARY ISABEL 07
23.- JOSÉ LUIS CH 05
24.- JUNIOR 08
25.- RUBI 13