En una noche muy silenciosa
escuché la música de tus manitas
en mi cuerpo.
Las sentí deslizarse en mis ojos soñolientos
de años.
Atravesaron millones de cuchillos
en mi cuello sofocado.
Regresaban a mis pies, se acurrucaban en mis dedos
apretados.
Querían ingresar rápidamente
en el ombligo de mi vida.
Una vez te dije que yo viví con tus manos
que con ellas te iba formando poco a poco.
Amor, con ellas pinté tus labios para mi boca
con ellas modeé tu cintura para mis brazos
con ellas abrí mi corazón para tu sangre
con ellas, Jesús, Cristo, cavé la fosa para mi cuerpo.
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